Nos habíamos quedado en el soplido del Gran Vampiro.
Pues es que es tal cual. El tipo se le cuelga al afectado de la chepa, y ya no
lo suelta. Le pega la boca a la oreja y le susurra, cual domador de caballos,
para que el infeliz crea que lo está pensando él todo, que es idea suya. Sí, es
así, porque la voz de estos cabrones resuena como desde dentro, si el afectado
está muy tomado. Y por más que algunos son grandes como torres del homenaje,
pues como son de otro plano, no se nota que los lleves pegados. Así van todo el
tiempo sugiriendo cómo mejor hacer la puñeta en casa a sus habitantes al
portador. Aquí cada uno imagine lo que más le moleste. En mi caso, lo más
molesto es que me intenten coartar la libertad y/o pidan explicaciones por cada
micro decisión que tomo. Ahí yo pierdo los papeles y me pongo hecha un dragón
hambriento. Listo, ya hay guerra. Y con ella lo que viene detrás: no te quedas
en casa más que lo justo, vas a trabajar cansada, vuelves más cansada aún, más
guerra, poco dormir, más guerra...así un día y otro. Hay casos aún peores,
sobre todo, cuando el familiar no afectado para colmo no tiene donde ir, porque
es un niño o no tiene trabajo ni dinero para irse, o le lavaron tanto el
cerebro que el temor no los deja moverse. Ahí suelen producirse muchos intentos
de suicidio. Me constan varios casos que obviamente por respeto a ellos, no
mencionaré de Madame Muerte por Propia Mano. Es la misma Señora Oscura de
siempre, pero vestida de ti. Da para un cuento de terror, tal vez algún día yo
misma lo escriba, por ahora, demasiada controversia para un mismo artículo, lo
dejamos para otro, que encima hay mucha tela que cortar.
El caso es que se llega al punto de la segunda parte
del título: ¿Lucho o me rindo?. Rendirse es envejecer así, dejando las cosas
estar, cediendo a todo por evitar la guerra hasta que el vampiro tenga a bien
soltar al portador inicial...y tomarte a ti-sí, a ti, desgraciadillo- ¿qué te
pensabas, que el cuento tenía final feliz porque te rendías? ¿pensaste que se
acababa con la muerte del portador inicial y ya te quedabas feliz?. Pues va a
ser que no. El Gran Vampiro necesita otro huésped, y serás tú, perdedor
susceptible a ello y se te comerá en soledad o acribillará a través de ti al
que quede en casa.
Así que ya ves, no te queda más que luchar, lo
lamento, es la triste vida que te tocó vivir, espada en mano hasta que te lleve
la Dama Oscura, pero de pie, no de rodillas ¿estamos?.
Y ahora me preguntas cómo. Pues no es fácil, para
qué nos engañamos. Porque lo más efectivo que puedes hacer es a la vez
sencillo-no requiere materiales caros ni complejos rituales-pero en estas
circunstancias, es difícil: ser fuerte, alegre y feliz. Lo que lees, amigo. No darle
de comer su golosina, que es tu pena, tu dolor, tu mala leche.
La batalla comenzaría así: Una vez localizado el
bicho-de un modo u otro, lo sentiste- como mejor te sirvan tus capacidades,
sabrás en algún momento donde está. Ahí, en el último rincón de tu casa, en ese
que no revuelves mucho para limpiar porque lo tienes lleno de trastos o lo
mueves poco, ahí se alojan normalmente cuando duerme el portador, al acecho de
los otros habitantes. Sentirás su presencia, lo escucharás respirar o el
aliento gélido cerca de ti, como una corriente que pasa por tu oreja,
tentándote, poniendo a prueba si lo oyes, si lo sientes y cómo. No ignores eso,
si eres consciente de que está y te está tanteando, no entrará. Lo hará cuando
bajes la guardia si ignoras el hecho, es como invitarlo si lo haces. Entonces,
cuando esté bien cerca, encáralo. Míralo fijo-no importa si lo ves o no- sólo
encáralo con cara de mala hostia, con determinación y con todo el valor de que
seas capaz, sonríe e insúltalo con tus peores imprecaciones, ponle un nombre
absolutamente ridículo para dirigirte a él, fáltale el respeto, es más, nunca
se lo tengas, maltrátalo, mándalo a la mierda, a la concha de su madre si la
conoció, lo peor que se te ocurra y si te da el carácter-y más vale que te dé-
a los gritos. Dile que no podrá contigo y que en tu espacio no lo quieres, que
ahora vas a bailar y a ser feliz, para que se joda. Y hazlo, por favor, ponte
música, canta, baila y ríe como si no hubiera un mañana y se irá a otro lado.
No es que lo exorcices del todo, pero aprenderá a respetarte e irás ganando
tiempo y valor. Se debilitan si no cedes
energía de tristeza y dolor. A veces en muy difícil, lo sé, pero no queda otra.
La segunda cosa que funciona es no pensar en él más
que para no dejarlo entrar. Eso también es un complejo equilibrio, pero hay que
encontrarlo y créeme, se puede. Si eres infeliz en ese lugar, elabora planes de
huida, por locos e imposibles que te parezcan, da igual, tú hazlos. Escribe en
un cuadernito Plan A, B, C...todos los que se te ocurran. Cómo, qué
necesitarías, cómo obtenerlo, procedimiento, armas, materiales, ayudas de
amigos, todo anotas y todo cabo suelto intenta atarlo, como si fueras un
escritor de novela negra que quiere ser creíble. Algún plan puede sorprenderte
siendo viable, ¿por qué no?, pues sorpresa, hazlo y lárgate. Si no, sigue
elaborando los que tengas, perfecciónalos y mantente distraído con ellos. No
pensarás en tu maldito bicho, no comerá y lo que es mejor, tampoco te importará
tanto que te torture el portador, tú tienes un
puto plan que te hace feliz y te sacará de ahí. Sí, porque con el tiempo,
creerás en tu plan y te regodearás en la idea de huir, te dirás para ti: Está
bien, molesta lo que quieras, a mí me resbala, ya me estoy yendo, tan, pero tan
convencido, que explotarán de rabia vampiro y portador, y quedarás libre
internamente.
A veces la solución material del hecho se prolonga,
sobre todo, porque si el portador está en mal estado de salud, ni tiene caso
intentar hablar con el de que cambie o intentar salvarlo de alguna forma. Es
triste, pero una vez muy deteriorada la persona, suele morir. Y a veces deja el
sabor amargo de la culpa, porque uno siempre quiere intentar salvar a sus seres
queridos, pero no siempre es viable y hay que optar por el Equilibrio, aunque
duela: el mal menor. Que se lleve lo perdido y salvar lo que aún puede ser
salvado. ¿Dura? No, realista. Bruja curtida en batallas terribles sabe lo que
son daños colaterales mejor que el mariscal Rommel. Cuando ya no te importa que
te molesten, no te molestan, no comen, y sueltan la presa. La primera, que ya
estaba tan débil que era mantenida simplemente para portar al Vampiro, suele
perecer en este punto. Y es crucial que el resto esté fuerte para no alojarlo.
Si lo estás, se irá muy cabreado, de algún modo, sentirás su furia cuando se
marche, un estruendo de portazos, un insulto espeluznante en tu oído cuando te
marches a la cama. Y sabrás que eres libre...
Buenísimo, honesta siempre.
ResponderEliminarUfff piel de gallina.Gracias por enseñarme a luchar y tener fuerza para hacerlo.
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