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Mi verdad es sólo mía. Toma mis experiencias si así gustas, pero guíate por las tuyas, porque el Camino lo caminas solo. Se tu propio guía.


















domingo, 18 de diciembre de 2016

De maldiciones generacionales, sus causas y manifestaciones. ¿Luchar, negociar o rendirse de una?

Lo que voy a escribir a continuación, probablemente genere controversia, dudas de mi sensatez o salud mental. Y digo lo de siempre: no me importa. Para escribir sobre algo, todos los autores coinciden en esto, debes haberlo vivido de alguna manera, y trasmitirlo según tu experiencia. No puedes escribir como un londinense si nunca saliste de Carabanchel, es obvio. Hablarás como lo haría una chica de Carabanchel, el marco será tu barrio, tu lenguaje el de los que te rodearon. Cosa diferente serán tus experiencias. Esas pueden ser tan sencillas como bajar por el pan al chino o tan sofisticadas como la que yo te voy a contar ahora. No importa de donde venga la chica; si sale del barrio, tendrá experiencias complejas, si no sale, pues se quedará ahí, escuchando Camela en la radio de la vecina hasta que se le licúe el cerebro, sin más complicaciones vitales.
La chica que te está hablando-ya más tirando a señora, pero es que es una palabra que hace vieja y no es para nada elegante, por más que insistan-ha salido mucho y muy lejos de su barrio, y no sólo físicamente. También en formas más sutiles, recuerda que soy una Voladora que transita otros planos. Mi forma de definirlo o  incluso vivirlo, puede diferir del de otras Voladoras, otras Hedges, o llámanos como gustes, la etiqueta no me define, me definen mis experiencias y sus consecuencias, que se traducen en conocimiento. Mi conocimiento-mío, de nadie más-es lo que yo puedo trasladar y quien me lea puede o no tomarlo, creerlo o cuestionarlo. Qué bueno esto último, será que te dejé pensando, este es el objetivo de mi blog.
Como te decía, el tema de hoy es peliagudo. Implica diferentes conceptos que voy a intentar explicar del mejor modo posible. ¿Qué es una maldición? Ah, con la palabra hemos topado. Según el diccionario-o desasnador, como lo llama mi profesor-maldición es "una imprecación dirigida contra alguien, con el objeto de invocar el mal hacia él". Queda clara una verbalización y la intencionalidad de un tercero. Bueno, pues no vamos a hablar hoy de esto, que ya se escribieron ríos de tinta, pero quería dejar claro el concepto. De lo que quiero hablar es de algo que vivimos y normalmente damos en llamar maldición, pero que en realidad, no lo es. Es algo que entra por un resquicio que queda abierto en un momento de debilidad y puede, literalmente, acabar con la vida de una persona, o incluso, de toda una generación de la familia y no te lo mandó nadie, que se mandan solitos estos.
¿Qué o quienes son "estos"?  Si lo supiera, me forraba vendiendo la exclusiva. Es como preguntarle al perito que el seguro llama tras producirse un robo de algo gordo, tipo cuadro de Van Gogh. El perito te dirá si era un Van Gogh auténtico, quién está interesado en él y por qué, cuánto puede sacar en el mercado negro y por ahí, hasta te avanza datos de posibles lugares donde ocultarlo, pero no te va a decir lo robo Juancito, eso lo dirá luego el detective si le da la cabeza y sabe usar los datos que el perito le facilitó. Bueno, tómame como el perito: sé cómo son, cómo actúan, incluso, he sabido luchar contra ellos, pero no sé lo que son. Su origen y naturaleza son un misterio para mí, bueno, en realidad  para todo el mundo, que podemos tirar hipótesis y nada más, certeza no tiene nadie, te lo aseguro.  Te estoy hablando de entidades de una naturaleza diferente a la nuestra, no corpóreos-o con una corporeidad en esencia del todo distinta a la nuestra-y que en ocasiones topamos las Viajeras cuando nos movemos en otros planos. Como Viajera me muevo entre los Mundos, pero como bruja tengo capacidades y limitaciones. No siempre veo las entidades, pero te aseguro que las escucho claramente. Mi Don más fuerte en el trabajo con espíritus, es la clariaudiencia. A veces los he visto, pero no es lo normal, para que me entiendas. Y es penoso cuando te toca un hijo de puta calladito, que tardas en detectarlo y lo haces cuando ya se te instaló a pensión completa como un inquilino mal pago, que luego no hay manera de echarlo porque se te metió con su cama.
Te estás preguntando-sí ¿ves que soy adivina?-¿cómo te das cuenta que tienes ese tipo de bicho astral pegado en casa y cómo se metió?.
Circunstancias hay muchas, pero lo normal es que haya una situación personal y/o familiar dura de transitar: una crisis, sea económica, de salud o todo ello, que debilita a uno de los miembros de la familia, lo más normal a un miembro fuerte, uno de los cabezas de familia, y esto hace que el resto se debilite con él y baje sus defensas. Ahí tenemos el resquicio de la puerta abierta. Por esa pequeña grieta entrará la avanzada de la tropa y no desdeñes la señal, parece insignificante pero no lo es: el moho. Lo que lees, los hongos empezarán a salir poquito a poco, como pequeños Renfield de su amo el Gran Vampiro...
El moho es un pequeño cabrón que se mete como un troyano en el organismo de las personas. No hablo de los efectos que tiene a nivel pulmonar o dermatológico cualquier hongo, lo sabemos todos. Lo que no sabe todo el mundo es que son mini vampiros: se hacen con el control mental. Sí, sí, no estoy delirando, mira en internet sobre cómo atacan a otras especies animales y les cambian la conducta ciertos tipos de hongos, ya verás que no te miento. Lo que no está tan estudiado pero comienza a estar es este efecto manipulador sobre los seres humanos, que yo no puedo probarte científicamente porque ni soy Madame Curie ni tengo ganas, pero que por lo que he vivido, lo sé, no necesito a la Curie para ello. Pongamos como ejemplo la situación antes mencionada:  El familiar tocado por la debilidad no sólo está hecho bosta, si no que, además, cambia totalmente sus costumbres, inducido por el hongo, para hacer justo todo lo que no le conviene y se pondrá peor de lo suyo. Y le hará la vida imposible a los sufridos co habitantes del hogar. La puerta se abre un poquito más, y ya cabe El Maestro Vampiro.
Renfield recibe su recompensa, ya que se hace dueño y señor del hogar-ya nadie tiene ganas de limpiar con lejía con la que está cayendo de gritos, peleas, portazos y mala baba, nadie se queda en la casa a aguantar la situación y se deteriora todo lentamente. El afectado se queda en casa rumiando su mala suerte y comienza el rulo del odio y la desconfianza hacia todos los demás miembros de la familia-todos están en mi contra, debo defenderme- y cuando aparecen a la noche, aún con la mejor voluntad de hacer las paces y estar bien en la casa, son sistemáticamente atacados por más reproches, más gritos, más peleas, más portazos. Ni siendo la madre Teresa aguantas el tipo estoicamente, entras al trapo y ya está: el Gran Vampiro ya tiene energía del dolor para chupar de lo lindo. Está disfrutando y se queda. Puede hacerlo años a menos que lo detectes, que ya te dije, no es nada fácil. Todo pasa por una situación normal, dentro de las circunstancias de una vida, pero se convierte en un rulo inacabable de mala suerte que no acaba más. Lo normal es que pasen cosas buenas y malas, pero que las malas no se acaben, es sospechoso, piénsalo: ¿a ver por qué son más transitorias las cosas buenas que las malas, si tienen las mismas posibilidades de la variable de suceder? No es natural...ahí voy. Hay una manipulación externa, un soplido apenas, pero suficiente para voltear el dado del lado malo, y el vampiro no veas como sopla.


(continuará, que me gusta teneros en vilo)